Rifa No393: DULCE MAIRA: el Cielo sólo es el inicio

[Anciano_Novato]

Tabla de Reportes

 

Nombre = MAIRA

Edad = Veintisiempre

Valor = Cobro Rifa

Ubicación = Metro Manuel Montt

Lugar = Departamento Compartido

Conserje = Sin Conserje, pero lugar seguro

Horario = Mediodía en Chile

Recepción = Ella siempre Encantadora, Cautivante, Atenta

 

Servicio:

 

Empotamiento = Vejestorio Vacunado con agua destilada: la amo, la extraño

Estatura = 1,60-1,65m de Hermosura Pura

Contextura = Bellamente Delgada

Cara = HER-MO-SA, ¿amerita más comentarios?

Nivel de Photoshop = 0% de retoque de sus fotos, es ella

Trato = Tierna, Atenta, Cordial

Besos = De Polola Teen (¿quién besaría efusivamente a una momia como yo?)

Boobies = Bendecida con Boobies pequeñas pero hermosísimas

Culito = Paradito, Acariciable, Besable

Pussy = Sin olores, Pulcramente rasurada

Mamón = Sin, Deliciosamente Dedicada

Movimientos Pelvicos = Suaves a Mortales

Ambiente = Limpio

Atención = Relajada

 

Volverías = ¡¡TODAS LAS VECES QUE SEA NECESARIO Y PUEDA!!

 

Relato...

 

Con todo el ajetreo que significa una mudanza, el ordenar, desarmar bultos y distribuir en el nuevo espacio, había participado en una rifa de "La EstoCada" y olvidé revisar su resultado, cuando en un lapsus ingreso al portal desde mi móvil y me encuentro con un mensaje de Lord Wolfman informándome que había sido ganador y me consultaba con qué musa cobraría mi premio (¡la preguntiiita! jajajaja).

 

Me da la autorización para coordinar con su agencia (la de MAIRA) y pido sábado mediodía.

 

El día estaba frío, húmedo. Desde mi nueva ubicación apenas alcancé con el tiempo para comprar un engañito para este Hermoso Ángel y llegué a su edificio con 5 minutos de retraso. Aviso mi arribo, me dan la autorización e ingreso a este portal directo al Cielo.

 

Llego a su puerta, sólo espero un par de segundos y ésta se abre, asomando sus tiernos y profundos ojitos observándome. Indescriptible es aquella sensación de saberla ahí, de invitarme a pasar con sólo su mirada y, tras la hoja, esa siempre tierna y franca sonrisa.

 

Le beso. La puerta a su habitación está abierta. No es necesario ser pitoniso para deducir que será el rinconcito que enlazará el tan ansiado Shangri La con el infierno desde donde huyo.

 

Tras de mí ingresa ella, ataviada tan sólo por su siempre llamativa y sensual ropa interior. Literalmente lanzo mis cosas (mochila y chaqueta) al suelo y me volteo a estrecharla en un sincero abrazo, sin avances, sólo sentir su delgadez, su cuerpo, su belleza entre mis brazos.

 

Tomo la toalla ya dispuesta, me lleva al baño para mi ducha de rigor y, dado lo frío del día, una vez más le ruego se meta bajo las sábanas en la cama para que no continúe enfriándose y corra riesgo de enfermar.

 

Una vez dentro del baño, me percato que, por una parte, se aprecia falta un poco de aseo y, por la otra, tirón de orejas a los foreros visitantes ya que aún no aprenden a usar la ducha pues la alfombra a la salida de ésta se encontraba empapada (salen a secarse... ¿nadie les ha enseñado cómo hacerlo?) y tampoco han sabido cuidar la ducha pues nuevamente estaba rota. Qué poca consideración con la infraestructura y el bienestar que se les procura.

 

Perdón.

 

Me ducho rápidamente (aunque venía recién duchado desde mi hogar, por el respeto que le debo y profeso a las Señoritas, me volví a asear prolijamente) con agua bien caliente para subir mi temperatura corporal y así después poder subir la temperatura a la Bella Maira, a quien noté después tenía sus manos, sus nalguitas y sus pies muy fríos.

 

Cuando regreso a la habitación me esperaba cubierta con las cobijas de la cama. Dejo mis ropas sobre la silla dispuesta para ello, me acerco al costado de la cama, me despojo sutilmente de la toalla (aún en estas circunstancias soy tímido y vergonzoso) e ingreso a la cama tomando contacto estrecho con la Hermosa Figura de Maira.

 

Nos abrazamos... qué fascinante sensación la de sentir tan hermoso y juvenil cuerpo de mujer abrazado al mío... me quitó por unos instantes más de treinta años de encima pues con tan solo cubrir sus frías zonas con mis manos, con mis propias piernas y pies y sintiendo sus heladas manitas en mi espalda, un estremecimiento recorrió mi ser pero no de frío, si no por el hecho de tener a tan hermosa Diosa aferrada a mi cuerpo pudiendo brindarle mi propio calor.

 

Nos besamos tiernamente una, dos, tres veces, la miro a sus ojos (aunque con tal monumento de mujer al frente se pudiese pensar que debía haber hecho otra cosa), me retribuye la mirada tan dulcemente que por unos instantes que me parecieron largamente placenteros me sentí flotar tan livianamente que el cielo era el piso y mi alma continuaba ascendiendo hacia el Olimpo en una danza inanimada de sensaciones gratas, dulces, hermosas.

 

Beso su frente, su naricita, sus mejillas, sus labios una vez más, la vuelvo a estrechar entre mis brazos por su pequeña cintura casi al punto de partirla, mis manos recorren su espalda, su trasero, sus muslos, sus brazos, mientras mis labios besaban profusamente su piel, alcanzando sus hermosos pechos. Los recorro suavemente con mi boca cuál bebé ávido de su maternal néctar hasta finalmente alcanzar sus pezones. Los muerdo sutilmente sólo con mis labios. Cambio mi boca a su otro pecho repitiendo la misma secuencia provocando oleadas de sensaciones a mi ya Amada Maira.

 

Me besa... desliza sus manitas por mi torso alcanzando mi minion quien se encontraba erguido esperando recibir sus atenciones. Desciende su boca sobre mi pecho y vientre hasta alcanzar con ella mi ya sensible glande. Lo besa una, dos veces por cada cara de éste, su manita lo aferra y suave, sutil e imperceptiblemente lo va engullendo hasta que la humedad y calor de su boca me indican que me encuentro completamente dentro de ella, a su merced, en su poder, e inicia una dedicada felación provocando espasmos en mi espalda con cada movimiento de sus labios y lengua sobre mi miembro.

 

Lo disfruto. Siempre lo disfruto. La dejo hacer. Una vez más soy suyo. Esta vez no me observa. Sólo está dedicada a brindarme ese indescriptible placer que sólo ella y su dulce boca me entregan y que aprecio. Su mano acaricia mis compañeros, los sopesa, se aferra a ellos, continúa besando y succionando mi verga.

 

Antes de provocarme alcanzar el punto de no retorno tomo su carita entre mis manos logrando libere mi apéndice de aquella fabulosa atención. Me acerco a ella. Le beso sus labios y le digo "ahora me toca a mí...". Responde con una siempre bella y radiante sonrisa. Se recuesta y se dispone a ser besada. Cual burdo abejorro desciendo oscilante por su plano vientre acercándome a su hermosa flor. Recorro sus muslos cuales pétalos fuesen, salto al otro pétalo, me acerco a besar su Monte de Maira, bah, de Venus, hasta que finalmente después de tanto preámbulo beso sus labios. Un sutil suspiro me indica que he hecho lo correcto.

 

Ya en contacto directo con su intimidad la beso, recorro sus labios, los beso y muerdo cada uno por separados, los beso ambos, introduzco mi lengua en su boca vaginal provocando con mi dedicación oleadas de su dulce miel que recibo y libo y cuyo sabor quedó en mi boca y recuerdo hasta esta hora. Continúo en tan placentera tarea hasta que noto caricias en mi cabellera y un suave apretón a mi cabeza con sus largos y hermosos pétalos, señal inequívoca que algo de placer le he provocado.

 

Vuelvo a recostarme. Desenfunda un transparente uniforme, suave y estratégicamente lo instala, se cerciora que esté bien colocado, abre sus piernas por sobre mis caderas y ahora guía mi pene a sus entrañas de fuego.

 

Suavemente siento que entro en ella. Prieta. Se inclina sobre mí, nos besamos e inicia un suave vaivén. La tomo de su cintura no para pretender guiar sus movimientos, si no sólo por el gusto de disfrutar aquella sinuosa cintura. Mueve sus caderas sobre las mías. Asciende y desciende suavemente provocándome un placer tal que para no ofenderla con mi lujuriosa mirada cierro mis ojos y disfruto de las sensaciones que me brinda y que me transportan más allá del cielo.

 

De a poco aumenta el ritmo de su vaivén. Nuestra respiración se acelera. Sigo aferrado a su cintura. Ha dado inicio a una virtual batalla. Nuestras pelvis se golpean ruidosamente, con ímpetu, diría "con placer". Después de unas pocas y profundas embestidas más alcanzo mi punto máximo y mi espíritu es invadido por una maravillosa sensación de placer y de luz.

 

Rendido y silente me quedo bajo mi adorada Amazona, dulcemente agotado. Me besa como corolario de la experiencia brindada. Maira se recuesta a mi lado. Extrae de una discreta cajita toallitas húmedas y cariñosamente asea mi ya ridículo apéndice. Me besa por última vez y me indica que el inexorable tiempo se ha agotado.

 

Aún con sensación de caminar entre nubes me dirigí al baño. Vuelvo a ducharme. Vuelvo a pisar la empapada alfombra. Me visto. Regreso a la habitación y sorprendo a mi Dulce Domadora ordenando el desastre de cama que dejamos.

 

Termino de vestirme. También ella se viste. Recojo mis pocas pertenencias. Le agradezco el instante de efímero pero subyugante placer brindado. Me mira. Vuelvo a perderme en sus profundos ojos, en su franca y cautivadora sonrisa. Me dirijo a la puerta del departamento seguido de este especial y platónico amor.

 

Por última vez le beso, me clavo en su mirada.

 

Salgo de aquel paraíso y regreso a la vil jungla de cemento pero con mi corazón henchido de alegría: una vez más el Dulce Ángel Maira me ha transportado más allá del cielo, me ha hecho ver la luz, ha retirado de mi viejo corazón un poco de las tristes telarañas de la soledad y amarguras de tener que convivir con amargos y envidiosos seres que se hacen llamar "humanos".

 

Gracias, Hermosa MAIRA. Eres demasiado especial.

 

 

Anciano Novato

 

Maira, Comentarios

 

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Editado 8 de Mayo del 2017 por Lord Wolfman