Estimados... Recibí un llamado a mi oficina, solicitando apoyo urgente para el procedimiento, ante lo cual, partí raudo al sector ya mencionado, para ayudar a mis buenos amigos Agente Cobra y el Señor de los Cafés. Sabía que no podía fallar porque nos habíamos comprometidos con anterioridad.
Cuando entré, estaban los califas más grandes de Santiago, con cafés prestos a ser bebidos, con una amena conversación con una de las tantas chicas de ese lugar de vidrios polarizados.
Me tenían preparado el café, un cortado, para ser más específicos y me uní a la conversación. Agente Cobra me da la bienvenida a este círculo de honor y me invita a realizar el reporte de rigor, para ponerme a tono con los grandes maestros cafeteros de Santiago de Chile.
Luego de estar unos 15 minutos, de amena conversación y buena vista, volvimos a la triste realidad... seguir trabajando, para así esperar el día lunes, para volver a conversar con las damas de los cafés.
Es cuanto puedo informar.-