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El Punto P


Hellboy

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UN CLIENTE SATISFECHO

 

"¿Quieres que te busque el punto P?", me dijo. Yo estaba de espaldas,

en pelotas, tirado sobre la camilla, mirando el cielo de la pieza, delicadamente

adornado con estrellitas y lunas de cartulina azul que colgaban como moviles infantiles del techo. "¿El Punto P?", pregunte, curioso. "Ehhh, ¿que es eso...?.

"Es una tecnica del Shiatzu Sapotzoa Prana-na-na-yama en que a través de tecnicas orientales de digitopuntura y reflexologia descargo todas tus energias, lo que te relaja totalmente". "¿O sea me vas correr la paja?", inqueri inquieto ante tan abstruso metalenguaje. "Mira, esto no es una prostibulo, aqui no hay sexo",me dijo ella, seca. En calzones como estaba, con ese colaless delicioso que se le incrustaba en el culo y las gomas rozagantes contenidas en un sostén que parecía a punto de reventar, me costó creerle, pero lo dijo con tanta fe que hice caso omiso de mi rotunda erección y asenti con la cabeza.

La sesión de masaje habia empezado como todas las otras . Un aviso en El Mercurio, que bajo el acápite de "Peluqueria, Estetica y Belleza", ofrecia diversos tipos de masajes. yo los habia probado todos, desde el exotico thailandés, en que la mina, luego de sobajearte entero, se monta desnuda arriba tuyo y te restrega el sapo por todo el cuerpo hasta colocarse a horcajadas sobre tu cabeza y te aprieta con los labios- de abajo, claro- la nariz; hasta el de reflexologia clasica, con cover, en que te masajean los pies y de pasadita, el pico. A eso de las 8 de la noche, cuando ya no quedaba casi nadie en la pega, siempre tomaba el Economia y Negocios y echaba un vistazo para ver cómo andaba el mercado del sexo. Como todo buen inversionista, la intuición guiaba en un 80% mis decisiones. El otro 20% era la cercania

al lugar y, por cierto, el precio. Cualquier aviso por mas de 25 lucas era sexo frontal y yo a esas alturas de mi vida ya habia optado por algo más sutil, delicado, suave, romantico en definitiva, como los masajes. El contacto clásico -polvo,cacha, culeón pesao- tiene el defecto que ya conoces el final. No hay espacio para la improvisacion, el regaloneo, las caricias, la intimidad, digamos. Es, en dos palabras, demasiado mecanico. Puro mete y saca. El masaje, en cambio, está abierto a la sorpresa: sabes como espieza, pero nunca cómo termina.

La oficina era, como todas las otras, una mezcla entre peluqueria y consulta dental. Una sala de espera diminuta, algunas revistas para enterrar la cara por si salía otro cliente y los boxes con las camillas, como la que yo ocupaba cuando ella autoritaria, me ordenó: "levanta las piernas". "¿Las piernas?", pregunté desconcertado. " Sí las piernas Y flecta las rodillas"."¿Pero que vas a hacer...?", trate de preguntar, cuando su mano aceitosa, untada con ese líquido viscoso, me agarró la penca y me froto el glande en una caricia dulce que me impidio cualquier movimiento, salvo algun suspiro quejambroso. Toda mi atancion, mis cinco sentidos, estaban alli adelante, los ojos cerrados, sintiendo como ese aceite calientito hacia resbalar su mano suavecita por mi verga descarnada, los cocos apretados, la respiracion contenida. En eso estaba cuando senti el otro dedo tratando de abrirse camino por mi culo. Como buen macho frontal, mi primera reacción fue contraer la pelvis -apretar el chico, digamos- para impedirle el paso al indice que con la uña me cosquilleaba el brocal del cortachurros. Pero en la medida que su mano derecha me lustraba el glande con ese aceite calientito, mi pelvis tendia a levantarse, dejando espacio para que la otra mano arremetiera con su indice a traicion por mi, hasta entonces, virginal culo. En ese balanceo pélvico, tras una primera lucha casi inconsciente, finalmente olvidé todos mis temores y me entregué de lleno a ese dedo lubricado que empezaba a entrar y salir como un pene diminuto por mi ano. Primero, fue un trabajo de apertura. La primera falange del dedo medio, lubricada, tanteaba las paredes como un tentáculo ciego para ensanchar el camino. Luego, con dos falanges adentro, al dedo medio se sumaba el indice y juntos comenzaban a buscar algo alli adentro que no estaba en ninguno de mis registros. Con los ojos cerrados, casi llorando, la cabeza echada hacia atrás, sentía cómo la mano me abria hacia otra parte, una puerta que hasta entonces desconocía. Del placer frontal concentrico de la cacha clasica, pasaba a un placer simultaneo, multiple, expansivo. Entonces los dedos de ella agarraron algo alli dentro, una baya blanda y redondita, que al apretarla me hizo estallar por delante, salpicando las estrellas y las lunas de cartulina que colgaban del techo. Con un hilo de voz solo atiné a decir "guachita pelua riiiiiiiiica". Cuando abrí los ojos, vi cómo ella se llevaba a la nariz los dedos índice y medio, los olía y luego los chupaba a la vez que decia: "Ese era tu punto P, querido".:clapping:

 

Esto lo saque de un the clinic del baul de los recuerdos

fue una edicion especial titulado puta que te quiero

ojala les guste yo realmente me cague de la risa leyendolo

y de ahy mi duda existira el famoso Punto P.????????

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