A través de este escrito me presento ante ustedes de otro modo, en maniquí. En algún pasaje dedicado a Raymond Roussel, Breton habla de un maniquí interior, anónimo, sin ojos ni nariz ni orejas, que el psicoanálisis descubrió en lo profundo de la mente. Bien, entonces les envió, enganchado, subyacente, adjunto a este texto, a través de un procedimiento más o menos mágico, mi maniquí, mi muñeco, al que mi soplo o hálito, que ya mismo le insuflo a estas líneas, darán, auguro, en presencia de ustedes, a la inocua, inmóvil figura una voz, nariz, ojos, oídos. De acuerdo, no seré yo y lo seré. De algún modo estaré con ustedes, por una labor de ciencia secreta, aunque mi cuerpo no se haya movido de su sitio, por un procedimiento que me fascina y me conmueve por extraño, misterioso.
Desde ya gracias por la bienvenida...